23 de marzo de 2008

A 32 años del golpe...



Yo provengo de una generación de militantes del Partido Radical que con orgullo, en la adolescencia, vio como un hecho histórico la decisión del Gobierno de Raúl Alfonsín que dio inicio al juicio a las Juntas, pero que vio también con profunda vergüenza, indignación y desaliento todas las decisiones posteriores a limitar los alcances de tal oportunidad histórica, ya sea por la Instrucción a los Fiscales, el Punto Final, la Obediencia Debida, todo ello coronado por el indulto del gobierno peronista surgido a partir de 1989.Ello lo menciono porque no es posible el olvido, ni el perdón, ni tampoco es posible la reconciliación sin el juicio y castigo a todos los genocidas de la dictadura. Quienes así pensamos debemos repetir tantas veces como sea necesario estas premisas.Los objetivos económicos de los países centrales en los años ´70 fueron claramente logrados a partir de aniquilar a una generación de vanguardia, que era el dique de contención para la implementación de aquellas políticas sociales y económicas, que hasta la fecha manifiestan sus consecuencias en los miles de desocupados, en la abrumadora brecha entre los que más y los que menos tienen, en los niveles de pobreza, en la situación de la educación, por enumerar sólo algunas cuestiones. Y este diabólico plan (como lo denomina Sábato en el prólogo de unos escritos de jóvenes secuestrados y desaparecidos), en la mente de los intereses económicos y en los brazos de ejecutores asesinos, importaban obviamente el genocidio económico y social.Pero por suerte hubo espacios de resistencia y de lucha, y personas que potenciaron organizaciones existentes e hicieron nacer otras nuevas, comprometidas con la justicia, la búsqueda de la verdad y, fundamentalmente, comprometidos con la vida. Hombres y mujeres que a pesar de haber sido decepcionados siguen adelante, para que permanezca vivo el recuerdo de miles de personas que fueron secuestradas, torturadas y desaparecidas, solo por ser parte de una juventud cuyo único delito fue soñar un mundo más humano.Hoy, a 32 años del golpe debemos comprometernos en lograr una sociedad donde todos podamos gozar de derechos humanos plenos, entendiendo por ello los derechos sociales, culturales y económicos, sin olvidar nuestro pasado y renovando nuestro compromiso por la justicia, la verdad y la vida.

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